Ir al contenido principal

“Éramos felices y no lo sabíamos”

Parece que el universo se haya puesto de acuerdo con el virus para hacernos entender, a golpe de cuarentena, lo felices que éramos -sin saberlo- antes de todo esto.

Vivimos deprisa, el tiempo es nuestro mayor enemigo y la presión de lograr, de ser, de estar (y a veces parecer) nos aprieta y ahoga casi a la vez. Nos pasamos los días planificando, estructurando una vida que por definición es anárquica y variable, aunque nos empeñemos en seguir un guion que no está escrito. Pero, de pronto, todo se para. Y el frenazo es tan grande que duele.

...

Confinamiento se convierte en nuestra nueva palabra favorita y el papel higiénico, en el bien más preciado en un mundo en el que miedo y estupidez se echan un pulso diario. Mientras, en casa, nos obligamos a llenar nuestras horas de actividad: deporte, limpieza, videollamadas, repostería, libros, series y películas, aplausos con banda sonora, bingo vecinal y hasta batir el récord de  retos virales -empieza a sonar rara esta palabra- . Todo vale en cuarentena.

Y sí, es saludable y muy necesario distraer a nuestra mente, evitar centrar nuestros pensamientos en esos números tan feos que se han convertido en el monstruo debajo de la cama de cada persona en el mundo. Pero también cabe, en nuestra apretada agenda cuarentenal (dudo que exista tal palabra) un hueco para la reflexión.

...

Y es que, en plena época de la hiperconectividad nos olvidamos de conectar con nosotros mismos. Es momento de mirar hacia dentro, de pensarnos; de cuidarnos; de darnos cariño; de guardarnos ese abrazo que tanto desea salir, para nosotros. Porque si hay una oportunidad dentro de toda esta putada, es esa, la de conocernos un poco más.

Pensemos en todo lo que teníamos y que éramos incapaces de ver: los besos, los bares, los paseos, los conciertos... En definitiva, esa libertad tan cotidiana que ni valorábamos. Nos pasábamos los días deseando a lo grande, soñando con “tener”, cuando, lo verdaderamente importante, lo teníamos enfrente.

...

Así que ahora piensa en qué será lo primero que hagas cuando toda esta pesadilla acabe, a quién vas a abrazar con más ganas, con quién vas a tomarte ese café, con quién te pillarás la primera borrachera, a quién concederás ese ardiente beso. Porque, como dice aquella cita tan instagrameable: “las mejores cosas de la vida, no son cosas”.





















📷 : Aitor Saraiba

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Búscate un hombre...

Que te eche a perder el pintalabios, pero no el rímel. Que te haga cosquillas con sólo mirarte. Que te enseñe el lenguaje de las carcajadas que no se agotan. Que te haga s entir que nada malo puede pasar al abrigo de sus brazos. Que haga temblar cada músculo de tu cuerpo. Que esté loco por tus huesos, pero también por tus curvas. Que te sorprenda. Que se pierda en tu mirada y no busque encontrarse. Que te escuche incluso cuando no sabes qué decir. Que te deje sin aliento. Que te haga soñar con los ojos abiertos. Que te haga volar con los pies en el suelo. Que te saque de quicio Que te saque los colores Q ue te saque a bailar  Que te baile el agua.

30 días

Te preguntarás por qué me dirijo a ti un mes después de marcharte. Lo cierto es que ni yo misma lo sé. Quizá no era capaz de encontrar las palabras adecuadas para decirte adiós, o quizá, simplemente, no quería decirte adiós. De hecho estas letras que te escribo no saben a despedida, y es que es complicado desprenderse de alguien que no se ha ido. Han pasado treinta días. Treinta días sin esa sonrisa tuya que ni en los momentos más complicados se borraba de tu cara. Esa sonrisa capaz de alegrar el día a cualquiera, de provocar una epidemia de felicidad entre todos los que hemos tenido la gran fortuna de formar parte de tu vida. Treinta días sin esa mirada profunda y sincera, carente de maldad alguna, que iluminaba todos y cada uno de nuestros días. Esa mirada que con orgullo me observaba, que vigilaba con sigilo mis movimientos y me transmitía seguridad, confianza, protección. Esa mirada de ojos rajados que decía tantas cosas cuando las palabras se apagaban. Treinta días sin esas man...

Yo, con mis cosas.

Muchas veces me preguntan qué quiero estudiar, qué quiero ser de mayor, en dónde me gustaría trabajar... Pero nunca a nadie se le ha ocurrido preguntarme quién soy yo ahora. Mi DNI dice que soy Irene Ruiz Ruiz, que nací en Manzanares el 31 de agosto de 1993, que soy hija de mi padre y de mi madre (no importa cómo se llaman) y poco más. Pero Irene Ruiz Ruiz, ¿quién es, a parte de un número o un nombre y unos apellidos? ¿Quién soy yo? Yo... resulta paradójico que me cueste tanto describir a esa persona que veo reflejada cada día en el espejo, de la que conozco todo y a la vez no conozco a penas nada. Intentaré expresar quién es esa chica, quién soy yo. Soy universitaria, de esas que cuando caminan por la facultad no se creen aún haber llegado hasta ahí, de esas que esperan ser una buena periodista, pero de las de verdad, de esas que son a veces un poco irresponsables, de esas que echan de menos la comida de su madre, de esas que estudian el último día, pero para darle emoción, de...