Parece que el universo se haya puesto de acuerdo con el virus para hacernos entender, a golpe de cuarentena, lo felices que éramos -sin saberlo- antes de todo esto.
Vivimos deprisa, el tiempo es nuestro mayor enemigo y la presión de lograr, de ser, de estar (y a veces parecer) nos aprieta y ahoga casi a la vez. Nos pasamos los días planificando, estructurando una vida que por definición es anárquica y variable, aunque nos empeñemos en seguir un guion que no está escrito. Pero, de pronto, todo se para. Y el frenazo es tan grande que duele.
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Confinamiento se convierte en nuestra nueva palabra favorita y el papel higiénico, en el bien más preciado en un mundo en el que miedo y estupidez se echan un pulso diario. Mientras, en casa, nos obligamos a llenar nuestras horas de actividad: deporte, limpieza, videollamadas, repostería, libros, series y películas, aplausos con banda sonora, bingo vecinal y hasta batir el récord de retos virales -empieza a sonar rara esta palabra- . Todo vale en cuarentena.
Y sí, es saludable y muy necesario distraer a nuestra mente, evitar centrar nuestros pensamientos en esos números tan feos que se han convertido en el monstruo debajo de la cama de cada persona en el mundo. Pero también cabe, en nuestra apretada agenda cuarentenal (dudo que exista tal palabra) un hueco para la reflexión.
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Y es que, en plena época de la hiperconectividad nos olvidamos de conectar con nosotros mismos. Es momento de mirar hacia dentro, de pensarnos; de cuidarnos; de darnos cariño; de guardarnos ese abrazo que tanto desea salir, para nosotros. Porque si hay una oportunidad dentro de toda esta putada, es esa, la de conocernos un poco más.
Pensemos en todo lo que teníamos y que éramos incapaces de ver: los besos, los bares, los paseos, los conciertos... En definitiva, esa libertad tan cotidiana que ni valorábamos. Nos pasábamos los días deseando a lo grande, soñando con “tener”, cuando, lo verdaderamente importante, lo teníamos enfrente.
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Así que ahora piensa en qué será lo primero que hagas cuando toda esta pesadilla acabe, a quién vas a abrazar con más ganas, con quién vas a tomarte ese café, con quién te pillarás la primera borrachera, a quién concederás ese ardiente beso. Porque, como dice aquella cita tan instagrameable: “las mejores cosas de la vida, no son cosas”.
📷 : Aitor Saraiba

Bontias y emocionantes palabras Irene ;)
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