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Metafóricamente hablando.

Como cuando guardas en un cajón esa pulsera que un día fue tu preferida pero que ya no te gusta tanto. En ese cajón vas metiendo más y más cosas que poco a poco van tapando tu pulsera hasta que no te permiten verla. Te olvidas de ella, te compras otras pulseras de quita y pon y esa que tanto adorabas deja de existir para ti. Pero un día, de repente, decides hacer limpieza. Comienzas a sacar del cajón objetos inservibles, cachivaches que ni tú sabías que existían y la ves, en el fondo.
Esa pulsera que un día desechaste permanece allí. Sus colores se han marchitado con el paso del tiempo, pero tú la sigues viendo preciosa, es tu pulsera favorita y nunca ha dejado de serlo. Sabes que hay millones de pulseras en el mercado esperando un dueño, pulseras estilosas y flamantes, y te da igual. Porque tus muñecas han lucido accesorios bonitos, originales, vistosos, pero ninguno de ellos ha logrado superar a tu pulsera. Ahora te toca decidir. ¿Guardar tu preciada pulsera para siempre y buscar una nueva que consiga fascinarte hasta tal punto? ¿O rescatarla del cajón, quitarle el polvo y disfrutar de ella como un tiempo atrás lo habías hecho?


Comentarios

  1. Yo, me bajo en Atocha.
    Yo me quedo con su ultimo beso.
    Yo me quedo con el olor del caribe.
    yo me quedo con un güisqui, solo, contigo.
    yo me quedo con en el fondo del cajon..., con tu pulsera.




    Nuestra pulsera

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