En el lenguaje existen millones de palabras, cada una de ellas más extraordinaria que la anterior. Palabras de amistad, de aliento, de ruptura, de tristeza, de lucha, de amor, de deseo, palabras de mil colores. Podemos combinarlas a nuestro antojo, obrar maravillas o provocar el llanto más amargo. Una palabra en el momento apropiado puede cambiar el rumbo de la historia, puede ser determinante a la hora de tomar una decisión, puede abrirnos camino, puede cerrarnos puertas.
Sin embargo, hay dos palabras, solo dos, que, coordinadas, son capaces de dar vida, de generar felicidad, de aliviar heridas, de iluminar el más oscuro día, de proporcionarte ilusión para fantasear con el futuro, de hacerte sentir muy de cerca esa anhelada felicidad. Sí, yo diría que son la composición de palabras más fascinante que existe.

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