Necesidad social. Ese sentimiento colectivo que se caracteriza por el anhelo de piel, de contacto, de lenguaje no verbal más allá de lo que deja ver la mascarilla. El síndrome de abstinencia de lo que entendíamos por cotidiano. Quieras o no, la salud mental se va resintiendo. Y eso que muchos somos afortunados. Porque tenemos trabajo, porque nuestra labor no implica salvar vidas y arriesgar con ello la nuestra propia, porque -cerca o lejos- tenemos a los nuestros, porque seguimos en pie, porque estamos vivos. Pero a veces el pensamiento no entiende de suertes y nos pide un pellizco de normalidad (de la antigua, de la de siempre). Y que sí, que la pandemia nos ha enseñado a parar. A poner por delante lo verdaderamente importante y valorar aquello de que “éramos felices y no lo sabíamos”. Habrá muchos a quienes esto les haya ofrecido grandes oportunidades y otros a los que, por desgracia, les ha arrebatado todas. Dicotomía pandémica. 2021 ha llegado con fuerza, como si su antecesor se hu...