Pienso en las historias que he vivido, las que pudieron ser y no fueron, las que perduran año tras año y las que aún están por escribir. Me gusta creer que somos una antología de historias, de sagas, novelas, ensayos, cuentos y microrelatos que cuentan nuestra vida. Y quienes somos tiene su respuesta en cada página.
A mí me encanta contar historias, quizá por ello soy periodista, pero qué difícil cuando se trata de escribir la tuya propia. Eso dicen, que somos nosotros quienes creamos nuestro cuento, aunque no elijamos muchos de los capítulos. Nada tuvimos que ver en el “érase una vez” y casi nunca decidimos cuándo comer perdices. Pero aún así, somos los autores que firmamos la obra de nuestra vida.
Yo, que soy muy de navegar por las páginas del pasado y que a veces me angustian las hojas en blanco, he decidido marcarme mi propio propósito de años nuevos (27). Ser capaz de jugar con la tinta que aún está húmeda, recrearme en las palabras que apenas se deslizan por el papel y saborear cada capítulo como si fuera el último, eso sí, sin quitar la vista nunca de las historias que quedan por contar.

Qué bien se te da crear guiones de película que se graban sin que mires a cámara, con planos robados, algunos con detalle, que no falte la sonrisa, y otros cortados, como tu respiración cuando te sobresaltan los momentos que luego llevas al papel. Una escenografía bien mezclada con una voz en off de cosecha propia. Y es que, al igual que el vino, los años te sientan bien Siux. H.
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