Dicen que las cosas siempre suceden por algo, que
hay un no sé qué ahí fuera que hace que todo tenga un sentido, por ilógico que
sea.
Un buen día decides comprar unas entradas, por
aquello de que te gusta la música y la compañía no puede ser mejor. Además, no
hay nada como una buena canción en directo. Podría haber sido otro festival, en
otra ciudad, con otros grupos o en otra fecha, pero eliges ese.
Por cosas del azar, la suerte, la casualidad o el
destino, de repente cruzas tu mirada con alguien y todo cambia. La música se
detiene, la gente se difumina alrededor, sólo estáis los dos, dejándoos llevar por
la magia que provocan los acordes de guitarra.
Y por cosas del azar, la suerte, la casualidad o el
destino, algo te dice que eso que está pasando no es más que el comienzo de
algo que no sabes muy bien qué es, pero da igual, porque parece muy bueno.
Descubres a una persona increíble, que te sorprende
a cada segundo y de quien aprendes momento a momento. Y entonces das gracias al
azar, la suerte, la casualidad o el destino por ponerlo en tu camino, por hacer
que esa noche de buena música y acordes de guitarra vuestras miradas se
cruzaran.

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