Ir al contenido principal

Azar, suerte, casualidad, destino

Dicen que las cosas siempre suceden por algo, que hay un no sé qué ahí fuera que hace que todo tenga un sentido, por ilógico que sea.

Un buen día decides comprar unas entradas, por aquello de que te gusta la música y la compañía no puede ser mejor. Además, no hay nada como una buena canción en directo. Podría haber sido otro festival, en otra ciudad, con otros grupos o en otra fecha, pero eliges ese.

Por cosas del azar, la suerte, la casualidad o el destino, de repente cruzas tu mirada con alguien y todo cambia. La música se detiene, la gente se difumina alrededor, sólo estáis los dos, dejándoos llevar por la magia que provocan los acordes de guitarra.

Y por cosas del azar, la suerte, la casualidad o el destino, algo te dice que eso que está pasando no es más que el comienzo de algo que no sabes muy bien qué es, pero da igual, porque parece muy bueno.

Descubres a una persona increíble, que te sorprende a cada segundo y de quien aprendes momento a momento. Y entonces das gracias al azar, la suerte, la casualidad o el destino por ponerlo en tu camino, por hacer que esa noche de buena música y acordes de guitarra vuestras miradas se cruzaran.

Y por eso, y por todo ese mundo que estás explorando, pides al azar, a la suerte, a la casualidad o al destino que el show continúe; que sigáis siendo dos peces que bucean por las calles de la ciudad; que aunque veáis la lluvia, el fuego no se apague; que por mucho que los tiempos cambien, sepáis encontrar el camino; y que viváis a nuestra manera, pero siempre con buena música de fondo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Búscate un hombre...

Que te eche a perder el pintalabios, pero no el rímel. Que te haga cosquillas con sólo mirarte. Que te enseñe el lenguaje de las carcajadas que no se agotan. Que te haga s entir que nada malo puede pasar al abrigo de sus brazos. Que haga temblar cada músculo de tu cuerpo. Que esté loco por tus huesos, pero también por tus curvas. Que te sorprenda. Que se pierda en tu mirada y no busque encontrarse. Que te escuche incluso cuando no sabes qué decir. Que te deje sin aliento. Que te haga soñar con los ojos abiertos. Que te haga volar con los pies en el suelo. Que te saque de quicio Que te saque los colores Q ue te saque a bailar  Que te baile el agua.

30 días

Te preguntarás por qué me dirijo a ti un mes después de marcharte. Lo cierto es que ni yo misma lo sé. Quizá no era capaz de encontrar las palabras adecuadas para decirte adiós, o quizá, simplemente, no quería decirte adiós. De hecho estas letras que te escribo no saben a despedida, y es que es complicado desprenderse de alguien que no se ha ido. Han pasado treinta días. Treinta días sin esa sonrisa tuya que ni en los momentos más complicados se borraba de tu cara. Esa sonrisa capaz de alegrar el día a cualquiera, de provocar una epidemia de felicidad entre todos los que hemos tenido la gran fortuna de formar parte de tu vida. Treinta días sin esa mirada profunda y sincera, carente de maldad alguna, que iluminaba todos y cada uno de nuestros días. Esa mirada que con orgullo me observaba, que vigilaba con sigilo mis movimientos y me transmitía seguridad, confianza, protección. Esa mirada de ojos rajados que decía tantas cosas cuando las palabras se apagaban. Treinta días sin esas man...

Yo, con mis cosas.

Muchas veces me preguntan qué quiero estudiar, qué quiero ser de mayor, en dónde me gustaría trabajar... Pero nunca a nadie se le ha ocurrido preguntarme quién soy yo ahora. Mi DNI dice que soy Irene Ruiz Ruiz, que nací en Manzanares el 31 de agosto de 1993, que soy hija de mi padre y de mi madre (no importa cómo se llaman) y poco más. Pero Irene Ruiz Ruiz, ¿quién es, a parte de un número o un nombre y unos apellidos? ¿Quién soy yo? Yo... resulta paradójico que me cueste tanto describir a esa persona que veo reflejada cada día en el espejo, de la que conozco todo y a la vez no conozco a penas nada. Intentaré expresar quién es esa chica, quién soy yo. Soy universitaria, de esas que cuando caminan por la facultad no se creen aún haber llegado hasta ahí, de esas que esperan ser una buena periodista, pero de las de verdad, de esas que son a veces un poco irresponsables, de esas que echan de menos la comida de su madre, de esas que estudian el último día, pero para darle emoción, de...