Como cuando guardas en un cajón esa pulsera que un día fue tu preferida pero que ya no te gusta tanto. En ese cajón vas metiendo más y más cosas que poco a poco van tapando tu pulsera hasta que no te permiten verla. Te olvidas de ella, te compras otras pulseras de quita y pon y esa que tanto adorabas deja de existir para ti. Pero un día, de repente, decides hacer limpieza. Comienzas a sacar del cajón objetos inservibles, cachivaches que ni tú sabías que existían y la ves, en el fondo. Esa pulsera que un día desechaste permanece allí. Sus colores se han marchitado con el paso del tiempo, pero tú la sigues viendo preciosa, es tu pulsera favorita y nunca ha dejado de serlo. Sabes que hay millones de pulseras en el mercado esperando un dueño, pulseras estilosas y flamantes, y te da igual. Porque tus muñecas han lucido accesorios bonitos, originales, vistosos, pero ninguno de ellos ha logrado superar a tu pulsera. Ahora te toca decidir. ¿Guardar tu preciada pulsera para siempre y buscar ...